Por el gerente de programas y relaciones externas de GFDD ante la ONU, Marc Jourdan
En caso de que no lo hubiera escuchado antes, el nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, anunció hace dos semanas que su país ¡pondrá fin a la venta de automóviles a gasolina o diésel a más tardar en el año 2040!
Este cambio de posición se produce después de las declaraciones relacionadas con este tema emitidas por países tales como Noruega, que busca efectuar la transición plena a la venta de vehículos eléctricos antes del año 2025, los Países Bajos, que se encuentra discutiendo una ley similar, y la India, que quiere convertirse en una nación cuya totalidad de vehículos automotores sea eléctrica a más tardar en 2030.
Entonces, ¿cuál es la razón por la que todos estos países están cambiando repentinamente hacia los automóviles eléctricos? Además de los argumentos medioambientales defendidos por los países arriba mencionados y signatarios del reciente Acuerdo de París sobre el cambio climático, también existen importantes razones relacionadas conla salud pública, incluyendo el hecho de que la población mundial está aumentando rápidamente (la ONU estima que la población mundial alcanzará los 9,8 mil millones en 2050, y 11,2 mil millones en 2100, de los 7,6 mil millones en la actualidad). En 2016, las Naciones Unidas estimaba que el 54,5 por ciento de la población mundial vivía en asentamientos urbanos y prevé que las áreas urbanas alojarán al 60 por ciento de la población mundial en el año 2030 (esto significa que una de cada tres personas vivirá en las ciudades). Esto tendrá un impacto importante en la contaminación del aire, un problema con el que los países en proceso de industrialización rápida, como India y China, enfrentan a diario. China, en particular y como veremos a continuación, es quien marca el rumbo en términos de la evolución del mercado de vehículos eléctricos.
Pero, ¿qué tan grande es el impacto ambiental del sector del transporte? El Banco Mundial informa que la industria del transporte produce alrededor del 23 por ciento de las emisiones globales de CO2 a partir de la quema de combustible. También es el sector con el crecimiento más acelerado en el consumo de combustibles fósiles y la fuente de emisiones de CO2 de más rápido crecimiento. Con la acelerada urbanización en los países en desarrollo, el consumo de energía y las emisiones de CO2 por parte del área del transporte urbano aumentan rápidamente.
En China el tema es muy preocupante ya que un estudio del Banco Mundial sobre 17 ciudades de ese país muestra que China observó que el consumo de energía en el transporte urbano y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) han crecido entre 4 y 6 por ciento al año en las principales ciudades como Pekín, Shanghai, Guangzhou y Xi’an. En la capital de China, Pekín, el tema de la contaminación del aire en realidad está ahogando lentamente a sus ciudadanos y a la economía, ya que la concentración de partículas de PM 2,5 de la ciudad –las que son lo suficientemente pequeñas para penetrar profundamente en los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo- alcanzó recientemente los 505 microgramos por metro cúbico (la Organización Mundial de la Salud recomienda un nivel seguro de 25). El recrudecimiento de la contaminación del aire también ha ocasionado la cancelación de vuelos, ha cerrado carreteras, e incluso evitado que los turistas visiten la Ciudad Prohibida de Pekín cuando cerró sus puertas, ¡impidiendo que 11.200 personas visitaran el lugar!
Entonces, ¿hasta qué punto se generalizará el uso de los vehículos eléctricos (VE) para combatir estos problemas? Existe la creciente convicción de que los VE representan el futuro de los automóviles. La revista Forbes informó recientemente que los costos de la tecnología han disminuido significativamente, dado que el costo de las baterías es aproximadamente el 20% de lo que era hace cinco años. Junto con las innovaciones tecnológicas y la importante capacidad de las nuevas baterías que entran en funcionamiento en China, esto es un buen augurio para que los precios bajen de nuevo. A nivel de la infraestructura, las estaciones de recarga también están siendo instaladas ampliamente a través de China, los Estados Unidos y en otros de los principales países alrededor del mundo. Por último, los costos de operación de los VE son más bajos que los de los vehículos que funcionan con gasolina, incluso considerando los precios actuales del petróleo. A medida que los costos de la tecnología hacen que el precio inicial de los VE sea menor, la paridad de precios con los vehículos a gasolina y los menores costos operativos, plantean un argumento económico convincente a favor de los vehículos eléctricos. Y China está tomando el liderazgo en este tema.
Dado que es el país más poblado del mundo y que espera contar con más de un tercio de las 600 mayores megápolis del mundo a más tardar en el año 2025, China ya se ha adelantado a otros países. En 2016 se vendieron 507.000 VE en China, lo que representa un 53% más que en 2015. Mientras tanto, 222.200 VE fueron vendidos en Europa, un aumento del 14%, y en los Estados Unidos se vendieron 157.130 unidades, lo que significa un aumento del 36% con respecto al año anterior.
En el ámbito del medio ambiente, un tema que debe superarse en esta rápida generalización de los nuevos vehículos es el hecho de que la elevada proporción de vehículos eléctricos hará que la producción de electricidad adicional que requiere se incremente de manera sustancial. Ante la falta de coordinación por parte de los países, esto podría ejercer una importante presión sobre la infraestructura de la red eléctrica. La Comisión de la Unión Europea informa que, incluso entre los países que poseen una cuota similar de energías renovables, las estrategias de gestión para adecuar la recarga de un gran número de vehículos eléctricos pueden ser muy diferentes, dependiendo de los tipos de energía renovable y la generación tradicional de energía en cada país. Dicho esto, la Comisión de la Unión Europea también ha confirmado que las emisiones de CO2 que se evitan en el sector del transporte por carretera superan el incremento en las emisiones provocadas por la generación de electricidad. De hecho, esto podría resultar en una reducción neta de 255 megatoneladas de CO2 en 2050, una cantidad equivalente a alrededor del 10% del total de las emisiones provenientes de todos los sectores para ese año en la región.
Por último, en relación al beneficio para la salud pública, las emisiones del sector del transporte por carretera se producen a nivel del suelo y generalmente en áreas donde las personas viven y trabajan, como las ciudades y pueblos, lo que significa que gran parte de la población se encuentra expuesta a ellas. Por el contrario, las centrales eléctricas, en general, se encuentran situadas fuera de las ciudades, en zonas menos pobladas. A causa de esta exposición más baja, un cambio de las emisiones del sector del transporte por carretera hacia el sector de generación de energía puede, por lo tanto, ser beneficioso para la salud.
Aunque están comenzando a contribuir a aliviar la crisis inmediata de la contaminación del aire que padecen países como China e India, los VE sólo son una de las formas en que podemos avanzar hacia una economía más eficiente en el uso de los recursos y hacia un sistema de transporte sin emisiones de carbono para combatir eficazmente el cambio climático. El reemplazo de vehículos que funcionan con gasolina por vehículos eléctricos puede contribuir a reducir las emisiones, aunque cuánto beneficiará al medio ambiente dependerá en gran medida de la fuente que se utilice para recargar los vehículos: ya sea energía renovable, energía nuclear o combustibles fósiles. El reemplazo de la flota de vehículos urbanos no resolverá todos los demás problemas relacionados con el transporte, incluyendo la congestión del tráfico y la demanda de infraestructura vial que va en aumento. De acuerdo a la propuesta de la comunidad internacional durante el reciente Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible 2017, debemos lograr una «transformación sistemática» que incluya a los biocombustibles renovables, una evolución hacia el transporte público y cambios en el uso de nuestros sistemas de transporte.