“Los bosques son una solución poco apreciada para el cambio climático. Pero aún menos apreciada es la gama de otros beneficios del desarrollo producidos por los bosques en relación a la mitigación del hambre, suministrando agua potable y hasta generando energía renovable”, declaró Frances Seymour durante una entrevista para Devex, como parte del lanzamiento de su nuevo libro “¿Por qué los bosques ¿Por qué ahora? Ciencia, economía y política de los bosques tropicales y el cambio climático”.
Al cubrir el 31% de la superficie terrestre global, los bosques juegan un papel clave para la mitigación del calentamiento global y para asegurar un futuro sostenible. Sin embargo, entre 46 y 58 mil millas cuadradas de bosques continúan desapareciendo cada año, amenazando uno de los recursos más cruciales para la humanidad. A pesar de los esfuerzos realizados por la campaña “Salvemos la selva tropical” a finales del siglo XX, la deforestación continúa siendo uno de los mayores desafíos de nuestros tiempos. Actualmente, representa el 15% del total de emisiones de gases de efecto invernadero. Y frente a las crecientes necesidades de desarrollo económico, a menudo los bosques son considerados como superficies de tierra no utilizadas y con elevado potencial para la agricultura o para la expansión urbana.
De hecho, un análisis realizado recientemente sobre la región amazónica destaca el resurgimiento de la deforestación a través de informes que muestran que en 2015, por primera vez, los niveles de deforestación en Brasil se incrementaron. Este aumento representa un salto de alrededor de 1,5 millones de acres de tierra deforestada dentro de la selva tropical más grande del planeta. Esta tendencia se puede explicar a través de la globalización, la cual fomenta que las empresas implementen estrategias y que aprovechen las diferentes legislaciones sobre los bosques.
En Brasil, los tomadores de decisiones están comprometidos con la conservación de los bosques. En la última década, los niveles de deforestación han sido reducidos en dos tercios, aunque las últimas cifras ilustran la fragilidad de las políticas nacionales. “Nos incomoda mucho la mala noticia que hemos recibido en cuanto a que la deforestación ha aumentado, y estamos tomando todas las medidas posibles para revertir esta situación el próximo año”, explicó Everton Lucero, secretario del Cambio Climático y Bosques del Ministerio de Medio Ambiente de Brasil. En otros países tales como Bolivia, las prioridades económicas se centran en torno a la “soberanía alimentaria”, la cual impulsa la expansión agrícola. Por lo tanto, Bolivia tiene previsto remover cerca de 14 millones de hectáreas adicionales de bosques hasta el año 2025, y es poco probable que fortalezca su legislación de protección forestal. Para muchos países, el desafío será encontrar el equilibrio entre la agricultura intensiva y la imprescindible necesidad de conservar los bosques. “Nuestra preocupación es asegurar que la producción agrícola intensiva se lleve a cabo dentro de un marco que a la vez posibilite la silvicultura ecológica y la protección de la masa forestal existente”, enfatizó Víctor Yucra, director general de Administración Forestal y Tierras de Bolivia.
Debido a que la protección de las tierras tiene carácter transfronterizo, este problema también necesita ser abordado por la comunidad internacional. En las Naciones Unidas, en la actualidad se reconoce que la conservación de los bosques puede ser un catalizador para el logro de la Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030. De hecho, los bosques contribuyen a muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), tales como el agua potable y el saneamiento y la buena salud y el bienestar. Además, el objetivo del ODS 15, relacionado con la Vida de los Ecosistemas Terrestres, es “promover la implementación de la gestión sostenible de todos los tipos de bosques, detener la deforestación, restaurar los bosques degradados y aumentar sustancialmente la forestación y la reforestación en todo el mundo”. Durante la Cumbre sobre el Cambio Climático, la cual se llevó a cabo en septiembre de 2014 en Nueva York, se publicó la Declaración de Nueva York sobre los Bosques. Apoyado por 179 gobiernos nacionales y sub-nacionales, ONG y empresas, este acuerdo histórico apunta a reducir a la mitad la pérdida de bosques naturales para el año 2020 y ponerle fin para el año 2030. Pero, a pesar de esta declaración, algunas empresas continúan contribuyendo a la deforestación.
Por lo tanto, la deforestación actualmente amenaza nuestro futuro sostenible. Teniendo en cuenta que sólo el 15% de la cubierta forestal del mundo permanece intacta, la preservación de este recurso es una necesidad vital. En algunos países, la deforestación es la responsable de más del 80% de las emisiones totales de dióxido de carbono. Ante esta emergencia climática, es necesario que se considere a los bosques como ecosistemas esenciales para la supervivencia de la humanidad, y no como una carga para la economía. Si las empresas multinacionales tienen la responsabilidad de promover la producción y el consumo sostenibles, entonces es también la responsabilidad de los formuladores de políticas implementar un marco normativo que proteja y salve a los “pulmones del mundo”.
Para obtener más información al respecto, por favor lea el siguiente artículo del New York Times, disponible aquí.