Bloguera invitada de GRT Francina Hungría, fundadora de la Fundación Francina Hungría.
Hace poco una persona que me escuchó hablar sobre mi desenvolvimiento habitual, me cuestionó con actitud sorprendida: ¿cómo es posible que siendo una persona ciega puedas decir que eres alguien completamente normal? ¿Cómo puedes insistir, teniendo una discapacidad, en que no tienes limitaciones?
La respuesta es sencilla: cuando tienes acceso a las herramientas necesarias para desarrollar tu máximo potencial a la par de tus semejantes y posees los medios para realizar actividades cotidianas sin ningún tipo de impedimento, la discapacidad deja de ser un obstáculo y, por ende, se convierte en la menor de tus preocupaciones.
En mi opinión, poseer todos los recursos pensados para mi condición, que me doten de la capacidad de enfrentar de manera eficiente los retos y barreras que se nos presentan en el diario vivir, significa una total liberación de la discapacidad y un disfrute pleno de la vida en todos sus ámbitos. Con esto quiero resaltar que la premisa de que el mundo es uno solo para todos los seres humanos y que podemos vivir en una sociedad donde todas las personas, sin importar su condición física, social, económica o de género, sean vistas, valoradas, respetadas y tomadas en cuenta por igual, es un hecho innegable, posible y palpable. En efecto, los nuevos objetivos de la ONU para «erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la prosperidad para todos» no son un listado de fantasías lejanas a la República Dominicana plasmadas en papel, sino más bien un conjunto de metas concretas que debemos acoger, encaminadas a generar mayores esfuerzos, más acciones y ajustes que propicien grandes impactos en la calidad de vida del ser humano.
Para acercarnos a la sostenibilidad lo primero que debemos hacer es entender que, como sociedad, cumplir con la obligación de respetar los derechos inalienables de las personas, en especial de grupos más vulnerables como las mujeres y las personas con discapacidad, es algo urgente. Si seguimos siendo apáticos a esta realidad, no sólo estamos violentando gravemente la justicia social, atropellando la vida de mucho más de la mitad de nuestra población y desperdiciando el potencial de estos dominicanos y dominicanas; sino que también esto impacta la desaceleración del crecimiento económico, sociopolítico y medioambiental, evitando el desarrollo de nuestra nación y condenándonos a un aumento en nuestros niveles de pobreza y marginación.
Me resulta difícil creer que tenemos muy arraigado el pensamiento errado de que promover la inclusión es una forma de caridad, y no una inversión en la sociedad que generaría beneficios económicos, mejorando la vida de todas las personas. De igual forma, encuentro chocante ver cómo las mujeres son utilizadas en procesos electorales para aprovechar su voto, a la vez que éstas enfrentan serios obstáculos para acceder a puestos de relevancia en la agenda nacional.
La inclusión social y la igualdad de género constituyen una parte fundamental de cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Participación, empoderamiento político y económico, acceso a la educación, infraestructura y tecnología accesible, así como tomar en cuenta las condiciones de género y de discapacidad en el diseño, planificación y aplicación del desarrollo son algunos de los aspectos vitales para potenciar el involucramiento de la mujer y, en particular, de la mujer con discapacidad y de las organizaciones que la representan.
Depende de nosotros que sepamos definir un horizonte claro y abordemos cuanto antes esta problemática. Cuando eliminemos los paradigmas heredados, que hoy por hoy se imponen en modelos y estructuras y que, sin lugar a dudas, no están funcionando y representan un obstáculo para el desarrollo sostenible, empezaremos a comportarnos diferente, tomando decisiones encaminadas a vincular íntegramente la ciudadanía que conforma nuestro país y a crear o demandar un entorno pensado para todos libre de las barreras que nos separan.
La bloguera invitada de GRT, Francina Hungría es la fundadora de la Fundación Francina Hungría. Su visión es de construir una sociedad justa, equitativa y próspera para toda la ciudadanía, independiente de su capacidad o discapacidad física y/o mental.