La población urbana mundial se ha multiplicado diez veces durante el siglo pasado, y en la próxima década cerca de 500 ciudades tendrán más de un millón de personas, incluyendo a varias «mega ciudades» con poblaciones superiores a 20 millones de habitantes. Mientras tanto, las ciudades han consolidado su función de servir de motores a la innovación y al espíritu empresarial que reflejan un segmento desproporcionadamente alto de participación en el PIB per cápita de un país.
Sin embargo, gracias a la creación de redes de ciudades tales como las C40 o el Pacto de Alcaldes, que buscan encontrar una solución para sus emisiones de gases de efecto invernadero y ayudarles a prepararse para las repercusiones del cambio climático, el papel que las ciudades pueden jugar en las políticas climáticas va en aumento día a día.
Como potencias económicas, las ciudades están adquiriendo cada vez más influencia en el escenario internacional en ruta hacia las negociaciones internacionales sobre el cambio climático de las Naciones Unidas (COP 21) que se llevarán a cabo en París en diciembre de este año y más allá.
Pero ¿por qué las ciudades son tan importantes en el combate contra el cambio climático?
Las ciudades son las responsables de al menos el 70 por ciento de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en todo el mundo. También se enfrentan a los peores riesgos y a las consecuencias más graves de esas emisiones, dado que un 90 por ciento de las ciudades han sido construidas en terrenos costeros. De hecho, hoy en día, más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas, y en la época en que un niño que ahora está comenzando la escuela primaria cumpla 40 años, casi el 70 por ciento lo hará. Esto significa que en las próximas décadas, ¡alrededor de 2,5 mil millones de personas se convertirán en residentes metropolitanos!
Un informe publicado conjuntamente por la consultora ARUP y C40 en junio pasado, confirmó que a medida que se posicionan más cerca de la vida urbana cotidiana y son más ágiles que los gobiernos de nivel superior, las ciudades a menudo se benefician de una mayor comprensión de los desafíos locales y de una mayor agilidad para adaptarse a los cambios en las condiciones. En vista de ello, los gobiernos municipales a menudo están en mejor posición para tomar medidas sobre el terreno que sus contrapartes en los planos nacional e internacional. El informe señala que las ciudades deberían reconocer que tener poder limitado no significa necesariamente poder actuar con limitaciones, dado que dos quintas partes de todas las medidas que las ciudades C40 están tomando en el campo de las energías renovables se producen en las ciudades con poder «limitado» para tener influencia sobre la generación de energía. Destaca que el 45% de las ciudades son de hecho capaces de establecer y de hacer cumplir sus propias políticas, mientras que muchas de las otras ciudades son, al menos, capaces de influir en las políticas. Esta capacidad de crear políticas que promueven una transición a un entorno libre de carbono es decisiva en un mundo en el que ¡las ciudades consumen 2/3 de la energía global!
Por esta razón, el ex alcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg, explicó recientemente en un artículo publicado en la revista Foreign Affairs que los alcaldes están dándose cuenta de esta situación y del poder que el conjunto de la población urbana tiene sobre el medio ambiente para convertir sus ayuntamientos en laboratorios de políticas, realizando experimentos a gran escala y aplicando ideas de gran escala para abordar el cambio climático de una forma que los gobiernos no han logrado realizar en el pasado.

El impulso global que realizan las ciudades para alcanzar el desarrollo sostenible ha sido realmente enorme. Hace dos meses vimos que 100 alcaldes de todo el mundo se reunieron en Seúl para adoptar una Declaración de Ciudades Sustentables. El documento, que resalta la necesidad de hacer la transición hacia soluciones de bajas emisiones de carbono, habla sobre un objetivo a largo plazo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, con la esperanza de mantener el calentamiento global por debajo de 2 grados centígrados. En seguimiento a su reciente encíclica sobre el cambio climático, durante el mes de julio recién pasado el Papa invitó a los alcaldes de numerosas ciudades de todo el mundo, entre ellos a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y a 10 alcaldes de los Estados Unidos, incluyendo al alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, y al de San Francisco, Edwin Lee, a comprometerse a tomar medidas sobre el cambio climático y la trata de personas. De Blasio, que ya se había comprometido a reducir las emisiones de carbono de la Ciudad de Nueva York en un 80% en el año 2050, utilizó la conferencia del Vaticano para anunciar una meta intermedia: una reducción del 40% en el año 2030. Por último, a principios de esta semana, una coalición de alcaldes locales de los Estados Unidos (incluyendo a los de Atlanta, Boulder y Salt Lake City) confirmó que participarían en la reunión sobre el clima de la ONU que tendrá lugar en París en diciembre para mostrar el liderazgo de sus ciudades en materia climática e invitar a que se lleve a cabo un ambicioso acuerdo internacional que aborde la crisis climática y apoye nuevas medidas a nivel local.
Un artículo reciente en Climate Central señalaba el hecho de que los países en desarrollo y sus ciudades son las regiones que tienen las mayores oportunidades para reducir el consumo futuro de energía. El artículo deja claro que muchas de estas ciudades aún no están sujetas a depender del automóvil, a los largos trayectos y a los suburbios en rápido crecimiento de los menos eficientes centros urbanos. Se encontró que para esas ciudades, la clave son las buenas estrategias de planificación urbana y del transporte. De la oportunidad global para reducir el consumo de energía urbana que se proyecta para el año 2050, el 57 por ciento se encuentra en Asia y el 29 por ciento está en África y el Medio Oriente. Con la ayuda de los países desarrollados, el autor señala que debería ser posible para las ciudades en desarrollo «saltarse» los errores de la planificación urbana cometidos en otros lugares en el pasado, de la misma forma en que muchos países en desarrollo omitieron los teléfonos fijos y se dirigieron directamente a los teléfonos celulares móviles y a las torres. El beneficio para todos sería la desaceleración del cambio climático.

En diciembre de este año, los alcaldes y otros participantes locales mostrarán al mundo la forma en que pueden contribuir a alcanzar los objetivos globales sobre el cambio climático en la Cumbre del Clima Para los Líderes Locales, con sede en París, que se llevará a cabo en paralelo a la conferencia internacional sobre el cambio climático. Dado que el 50% de las ciudades más grandes del mundo ya se han comprometido a reducir sus emisiones en un 70% para el año 2050, se esperan importantes compromisos por parte de los líderes que participen en esa cumbre. Debido a la oportunidad para frenar el consumo futuro de energía en los países en desarrollo, por lo tanto, parece que la innovación decisiva será encontrar una forma de apoyar al otro 50% de las ciudades para que hagan compromisos similares para proteger nuestro planeta.
Si estos acontecimientos pueden enseñarnos algo es que las ciudades hoy en día son la clave para desacelerar el cambio climático. Si quieren continuar siendo los centros de educación, innovación y crecimiento económico sostenible, entonces tenemos que asegurarnos de que son áreas urbanas bien diseñadas.
El futuro de nuestro planeta depende de ello…